miércoles, 13 de marzo de 2013

LA BUENA NUEVA - PARTE II

Necesito desahogarme.  A veces vivo situaciones en las que estallaría y plantaría cara a personas que sin comerlo ni beberlo, dejan caer sobre mi cabeza un jarro de agua fría, con sus desplantes o con su mala leche.  Me da mucha rabia que esta gente de la que hablo consiga hacerme sentir mal.  Rabia más contra mí misma que contra ellos.  Ojalá tuviera un escudo de frialdad y que no me importaran nada.  Lo que me ha pasado hoy y que me lleva a escribir estas líneas de desahogo es que cuando he ido a comer a casa de un familiar y me he sentado junto a una allegada en el sofá con los niños, ésta ni se ha dignado a mirarlos.  Joder.  Me he quedado estupefacta.  Nunca ha sido demasiado cariñosa con ellos, pero es que hoy se ha llevado la palma de la indiferencia.  Que no nos vemos mucho, pero hasta que me quedé embarazada siempre nos que nos veíamos congeniábamos bastante bien y nos teníamos cariño... Me siento mal.  Sólo tengo ganas de llorar.

AL DÍA SIGUIENTE

Vuelvo de nuevo a escribir, ahora ya mucho más tranquila.  En caliente, se magnifican las situaciones, ó no.  O igual en caliente las cosas se sienten como  como son, y con el paso de las horas y los días, va menguando nuestro malestar y les vamos quitando importancia.  Verdaderamente, puede que me moleste más mi propia reacción, que el desprecio que hizo la susodicha.  Me molesta mi reacción porque lo cierto es que no debería de afectarme tanto.  Soy ese tipo de personas a las que la opinión y comentarios de los demás afecta considerablemente. Demasiado, para ser exactos, que me llega a quitar el sueño.   Y eso es una gran debilidad.  Pero bueno, lucho contra ello,  lo que viene a ser un constante combate entre los agobios que me entran a causa de mi impotencia frente a estas situaciones y mis pensamientos positivos, que se ocupan poco a poco de ir aplacando mi cólera. 
Hace poco escribí un post titulado "La Buena Nueva", que trataba de las reacciones de distintos familiares ante la noticia de un embarazo.  Contaba, que la noticia que era  "a todas luces positiva" no a todos alegraba y sin darme cuenta empleé un tono crítico hacia las que no lo celebraban.  El comentario de mi querido amigo X,  autor del fantástico blog "atlantis2050.blogspot.com"   diciéndome que la noticia sólo era "positiva a todas luces" para la madre y  que los demás podían o no alegrarse ó no,  según sus circunstancias personales, me caló hondo.  La verdad es que pasé varios días dándole vueltas al tema.  Me dí cuenta de que por algún motivo,  en muchos momentos  de mi vida, mi moral se siente obligada a alegrarse por los demás cuando en lo que a mí persona se refiere, no me causa ninguna alegría. A veces ha sido al contrario.  Buenas nuevas ajenas me han hecho sentirme desgraciada.   Por eso el tono del relato podía resultar crítico;  Porque, cuando yo no me he alegrado de buenas nuevas ajenas a causa de mi situación personal, me he sentido mal conmigo misma.  He intentado obligarme a alegrarme y al resultarme imposible he seguido incómoda. Culpable.  Qué tonta.  X tiene toda la razón.  Las cosas buenas alegran la vida a quien   le suceden;  Los demás no tenemos por qué experimentar alegría.  Eso no quita poner  buena cara    ante quien nos está contando algo bueno que en su vida ha acontecido.  No se trata de ser falsa, si no de ser cortés. Una cosa no quita la otra.  Relaciono todo esto con lo sucedido ayer. Como conté al principio, me llevaba bien con ella pero noté cambios al quedarme embarazada. Cuando la telefoneé para darle la noticia no demostró alegría.  Más bien un débil "Ahh.. enhorabuena..." y al añadir contrariada que llevaba dos, ella se limitó a soltar otro apagado "Ahhh...".  En fin.  Me molestó.  Ella ya era madre y aunque llevaba tiempo buscando el segundo, yo llevaba mucho más y ella sabía lo mal que lo había pasado.  Pero bueno;  me voy a aplicar la lección aprendida, y recordando las palabras de X, la noticia era positiva para mi.  Era mi vida la que iba a cambiar, no la suya.  Ella no se alegró y no se esforzó en mostrar algo que no sentía.  Duele, pero no se puede hacer nada al respecto.  Pero lo de ayer con los niños es diferente;   Cierto que nos vemos poco,  pero yo siempre he tenido cariño y sonrisas para su hija.  Y de corazón, que la niña es un amor. De hecho, prueba de ello  es que cada vez que me ve, viene corriendo a darme un abrazo.  Digo yo que será porque se siente querida ¿no?.  Pues bien, mis hijos también son dos amores;  para mí lo más grande y maravilloso de esta vida, y si ella muestra indiferencia hacia ellos hasta el punto de ignorarlos me duele.  Me enfurece.  Y  qué queréis que os diga... que mis niños tienen quince meses... que para mí no hay excusa. Que debería darle vergüenza.  Sinceramente, cuando estaba allí, sentada a su lado en el sofá con mi niña sentada entre las  dos y mi niño de pie apoyándose en la mesa centro y la tía ésta los ignoraba hablando con el resto y sin siguiera mirarlos un momento,   lo único que pensaba yo es "mira que eres gilipollas...  desgraciada diles algo...".   Siento insultar pero esto es lo que hay.  Sea cuál sea su situación,  para mí, no existe excusa que justifique el desprecio que les hizo. Mis preciosos niños.  Anda y que le den.  No la necesitamos para nada.
En fin;  que voy a ir terminando. Aunque "la allegada" no se alegrara de mi embarazo, hay ocasiones en la vida en las que hay que echar mano de la hipocresía y fingir un poco.  Eso es ser políticamente correcto.  No cuesta mucho y así la otra persona se siente querida y en armonía.  Todos lo hacemos.  Forma parte de nuestra civilización.  Igualmente, si estás frente a alguien que sufre por cualquier desventura no es necesario que te extiendas demasiado al contarle tu buena suerte.  Simplemente por respeto.  Y sobre el asunto de mis niños... pues si los ignoró a propósito  es una gilipollas.   Y si fue inconscientemente..  con el tiempo se verá... 

3 comentarios:

Uma dijo...

yo he llegado a la conclusion de que la maternidad nos amarga...Con los años hemos aprendido a tolerar desplantes hacia nosotras mismas, pero con los hijos es otra cosa...todo afecta más...yo jamás fui rencorosa ni especialmente cumplidora y ahora...guardo rencor por lo que pienso que son "feos" hacia ella...
Mi objetivo es conseguir que no me importe...al fin y al cabo esas cosas a quien retrata es a ellas...
Yo tengo un ejemplo muy muy parecido al tuyo con una allegada...y ahi estoy, intentando que me resbalen sus desprecios sin necesitad de ponerme a su nivel...aunque a veces es dificil...
en fin!
Besos

Juan Rodríguez Millán dijo...

Creo que más o menos voy a repetir lo que te dije en aquel primer post, y es que no comprendo a la gente que no se alegra por lo bueno que le sucede a los demás. En especial, si son gente allegada, querida o con una buena relación. No me importan las circunstancias de la vida, porque las buenas noticias lo son. Que tú seas feliz con tu embarazo, con el nacimiento de tus niños o con su desarrollo (¡quince meses ya, madre mía!), es algo que tendría que alegrar a todo el mundo que te conozca. Sin discusión. Y para quien lo esté pasando mal a tu alrededor, incluso por motivos que tengan que ver con no embarazos, tendría que ser una luz en la oscuridad. No lo puedo ver de otro modo.

¿Envidia? ¡Claro! A ver si te crees que yo, que no soy padre ni tengo muchas perspectivas realistas de serlo, no la siento hacia ti. ¿Pero por qué tiene que ser algo negativo? ¿Cómo se puede odiar o despreciar a alguien por el hecho de que sí tenga la felicidad que le falta a uno? Mira que sólo nos conocemos a través de unas letras cruzadas a través de tu blog, pero yo me alegro un montón de que seas feliz. ¡Imagínate si tuviéramos una relación más estrecha! Y eso no cambiaría mi infelicidad o mis carencias, pero serías eso mismo que te decía, una luz en la oscuridad, como lo son todos los sobrinos postizos (que es como llamo a los hijos de mis amigos) que tengo y que son maravillosos, como sus padres.

No me enrollo más. Si esa "allegada" no quiere hacer caso a tus niños o a ti, es ella la que se lo pierde. Las buenas noticias tendrían que alegrarnos a todos. Igual el mundo iría un poquito mejor si tuviéramos siempre esa empatía, aunque luego por dentro o en privado tengamos nuestros malos momentos.

X dijo...

En primer lugar quiero agradecer la gran mención que me haces. La verdad es que has sido muy muy halagadora. ;-)

Con respecto al tema hay poco que pueda añadir, porque ya lo dices tú todo. Me alegro de que ahora lo veamos del mismo modo pero entiendo que esto va y viene y en el futuro quizá alguna vivencia te haga volver a pensar igual que antes. Quién sabe...

B7s.