jueves, 27 de enero de 2011

PENÉLOPE CRUZ Y SU INTIMIDAD


Soy serie-adicta, cinéfila y fan de muchos actores y actrices, sobre todo de actrices. Me encantan las revistas de moda y algunas del corazón también. La cuore no me la compro nunca. La hojeo, eso sí, en la peluquería mientras me ponen las mechas ó cuando ocasionalmente estoy en la sala de espera del dentista, pero ver a mis idolatradas actrices en esas fotos en las que salen fatal y en las que se destacan sus defectos al pillarlas masticando ó bostezando o estornudando o lo que sea, como que no me llama. A mí me gusta ver las fotos de las revistas en las que las actrices posan luciendo modelitos de ensueño, y para la ocasión han sido divinamente maquilladas, peinadas, iluminadas, y lo que haga falta para aparecer perfectas. Ellas cobran por esas fotos y esas entrevistas que les hacen y luego yo compro la revista para poder verlas amortizando su imagen. La oferta y la demanda. Para mí ser fan de una actriz se resume en seguir su trabajo, querer verla en la pantalla y en el papel, y también tener interés en conocer su vida privada, ¿por qué no?. Y las actrices saben que despiertan ese interés. Lo saben, pues si no fuera por ese interés nadie las contrataría. Por eso el celo de Penélope para proteger su vida privada me parece un pelín desmesurado. Está en su derecho, por supuesto, pero bueno, regalar una foto del día de su boda a todos los que la siguen, la apoyan, la defienden, la admiran y en resumen, hacen de ella la estrella que es, habría sido del todo pertinente y un bonito detalle por su parte. Pero no lo hizo. No quiso. Y tuvimos que contentarnos con la filtración de un boceto de su vestido de novia. Pues nada. Y ahora, está el asunto de las fotos de su recién estrenada maternidad. Según dicen no vamos a ver ni el carro del niño, pero puede que haya exclusiva en la que Javier y ella posen con su retoño cuyo nombre no sabemos por el módico precio de 300.ooo eur. Pues eso, cuando salga esa revista que imagino yo que será VOGUE, O VANITY FAIR, o la que sea, iré al quiosco y adquiriré un ejemplar, que que sean recelosos no resta el interés del público. Y no quiero decir que por ser famosos tengan que tener periodistas en la puerta de su casa las veinticuatro horas del día, para nada, sólo pienso que esa actitud tan de "mi vida privada no es asunto vuestro" como que no casa con la profesión a la que se han dedicado y para la que es imprescindible tener un público. Y tampoco casa con la venta de la exclusiva ya que si no quieres que veamos la cara de tu niño, pues oye, no poses con él para la revista, que a fin de cuentas eso es vender tu intimidad aprovechando el interés que despiertas y sabiendo que la revista se venderá porque toda esa gente que te sigue la comprará. ¿Quieres o no quieres que os veamos?
El otro día estuve viendo una serie documental de cuatro episodios que está emitiendo Canal Plus que trata de las actrices españolas, y me llamó la atención que actrices jovencitas de series de moda decían que cuando algún fan les pedía fotografiarse con ellas, se extrañaban muchísimo porque ellas no conocían a esa persona, y les parecía como absurdo el que esa persona quisiera una foto con ellas, como si no tuvieran otra cosa mejor que hacer. Falsa modestia es lo que me pareció. Una persona que se dedica a la actuación y que tiene la gran suerte de protagonizar series para la televisión que media España ve, o películas que estrenan en los cines, y que la llaman de revistas para vender su imagen, sabe que es conocida y no sé, parece que a estas alturas se han caído de la parra y no comprenden qué es el fenómeno fan. Que esto no es nuevo. No obstante, perder la fama y ser olvidadas por el gran público es muy fácil y está en sus manos, que no es obligatorio ser famosas si no quieren.
En resumen, que las fotos del niño Bardem Cruz cotizan al alza y que a muchas actrices el que sus fans se quieran fotografiar con ellas las deja perplejas y no entienden el sentido de ello, pero eso sí, les encanta ser portada de revistas y que les hagan entrevistas...


jueves, 20 de enero de 2011

PALABRAS SIN ESENCIA

La otra noche leyendo un libro, tuve la idea de anotar en un folio todas aquéllas palabras con las que me topara cuyo significado no comprendiera para buscarlo al día siguiente en el diccionario de Internet, ya que en mi casa el diccionario de papel hace ya tiempo que quedó en desuso y fue desterrado a alguna caja olvidada en el trastero. Una pena, la verdad. Anoté más palabras de las que esperaba, como por ejemplo: prólijo, dádiva, bífida, dipsómano, buido, óbice, y óbito. Tras enterarme de que un dipsómano es un alcohólico y de que óbito quiere decir fallecimiento de una persona, me puse a pensar. Estoy acostumbrada a leer ninguneando a aquellas palabras que me son desconocidas. Si la frase en cuestrión dice "Fulanito es un dipsómano", yo, ignorando qué es lo que le ocurre exactamente a Fulanito sigo leyendo como si nada, como si ese dato no importara y no fuera necesario saber ese detalle acerca de Fulanito. Hago la vista gorda sin inmutarme. Es posible que si abundan los lectores como yo, puede que sea este proceder uno de los motivos de que tantas y tantas palabras caigan en desuso y sean olvidadas. Algunos escritores las rescatan para que pasen a formar parte de los textos de sus libros, y tristemente las ignoramos perdiéndonos con ello la oportunidad de crecer y de ampliar nuestro vocabulario. Anotar la palabra que nos resulta extraña y buscar su significado en un diccionario requiere un pequeño esfuerzo que habitualmente la pereza, la comodidad o la indiferencia nos impiden llevar a cabo y no nos damos cuenta de que nuestra lectura está siendo incompleta, de que nos falta ese algo que nos quiere transmitir el autor mediante el uso de esas palabras.
El castellano es una lengua muy rica ya que cuenta con un gran número de palabras y nosotros debemos sentirnos orgullosos de ello. Recuerdo que un profesor del instituto nos dijo una vez que una de las lenguas más difíciles de aprender es el castellano por su inmenso vocabulario. Para cualquier cosa que deseemos expresar tenemos a nuestra disposición muchas palabras ya que el castellano tiene una amplia gama de sinónimos. Somos afortunados de tener algo tan valioso como es nuestro idioma, y lamentablemente lo desaprovechamos. Muchas palabras languidecen con el paso del tiempo y el desuso, perdiendo su esencia y dejando de ser. Me propongo cambiar de hábito. Profundizar más en lo que leo y no pasar de largo de esas pobres palabras que si están ahí escritas es porque tienen que estar y porque lo que son es lo que yo tendré que averiguar porque está claro que únicamente una mera unión de letras no son e ignorarlas es matarlas.