martes, 18 de diciembre de 2012

MIS MELLIZOS YA TIENEN UN AÑITO

Las Navidades están a la vuelta de la esquina y yo estoy deseando poner el árbol de Navidad.  Este año si Dios quiere, van a a ser unas Navidades especialmente felices.  Me siento muy ilusionada.  Es cierto que el año pasado ya tenía a mis pequeñines conmigo, pero qué queréis que os diga, dos bebés de menos de un mes de vida y que no paraban de llorar, dejaron a la Navidad en un muy discreto segundo lugar.  Había mucho que hacer.  Muchos lloros que calmar;  muchos pañales que cambiar;  muchos biberones que dar;  Fue increíble. Indescriptible. Nunca imaginé lo que dos bebés podían llegar a cambiar una vida.  No es que me cambiaran la vida, es que se convirtieron en mi vida.  Desde que tras salir del hospital entramos por la puerta de casa, no hubo nada más que ellos.  Los bebés.  Ni siquiera recuerdo  bien aquellas primeras semanas.  Lo que sí recuerdo es  que la vida se convirtió en una frenética  carrera de atenciones a los bebés.  También recuerdo que muchos días, cuando mi marido llegaba de trabajar al medio día, nos bajábamos a pasear al parque y de paso nos comprábamos la comida en "comidas para llevar" y nos la comíamos sentados en un banco.  No tenía tiempo para cocinar. Ni para limpiar,  que recuerdo que empleé la ayuda de dos mil quinientos euros que me dio el estado por parto múltiple, en una chica que venía dos veces a la semana para limpiarme la casa. Y fue una acertadísima inversión,  porque lo que realmente necesitaba era eso, ayuda en la limpieza, que no exagero al decir que no podía ni limpiar un wáter.  Recuerdo las noches, con las tomas cada tres horas... los lloros en mitad de la noche... ¡¡el sueño!!  ¡¡Qué sueño que teníamos!!... pero cuando lo pasaba mal  era cuando estaba sola y no podía coger a los dos a la vez.  Eso sin duda era lo peor.  Estar dando un biberón a uno, y tener a la otra llorando desconsolada me daba muchísima pena... que mal lo pasaba.  Cuántas veces llegaba mi marido de trabajar y nos encontraba a uno tomando y mi y al otro llorando... muy triste.  Ese fue el motivo por el que no les dí el pecho.  Porque el biberón se lo bebían más rápido.  Y el sacaleches... ¡qué rollo!. Sí, eso también lo recuerdo.  Así pasaba los días, sacándome la leche, dando el biberón, cambiando los pañales, y cogiendo a uno, y la otra, y vuelta a empezar. Era bonito. Y aunque reconozco que había momentos de gran estrés y de gran cansancio, cuando encontraba un ratito de calma, lo disfrutaba y no se me olvidaba nunca lo afortunada que había sido.  Y así como quien no quiere la cosa ya ha pasado un año.  Me da pena lo rápido que ha pasado...¡si parece que fue ayer!...Ha sido un año muy  intenso y  el mejor de mi vida.   Es un tópico pero es que es así, mis niños son lo mejor que me ha pasado y me encanta ser mamá  a jornada completa.  Pero bueno, que para ser verdaderamente sincera, debo confesar me suelo quejar bastante de que ¡no tengo tiempo de nada!... es verdad, entre los niños, la casa, la comida... nada.  Me puedo pasar semanas sin poder entrar aquí, por poner un ejemplo... pero bueno, con ganas, más tarde o más pronto se encuentra un ratito.  Pero cuesta encontrarlo.  Y lo mismo me ocurre en  otros ámbitos de la vida, que tengo que tener mucha paciencia porque con los peques "ya está todo  pescao vendido" ;).  Me falta tiempo para mí misma pero poco a poco lo voy consiguiendo.   No obstante, esa carencia queda sobradamente compensada con todo lo que me dan dan.  Es amor de madre, lo sé, pero no hay palabras para describir lo que siento cuando entro en su habitación y los dos me esperan sonrientes en la oscuridad, o cuando mientras voy haciendo cosillas y asomo la cabeza por la puerta del comedor para ver qué hacen en su parque infantil y los dos dejan lo que están haciendo para mirarme sonrientes y expectantes a que me acerque a decirles cositas..Son mis dos tesoros, y sus sonrisas y su felicidad lo son ahora todo para mí.  Aunque como persona humana que soy, a veces se me olvida y me quejo, pero... ¿acaso alguien no se queja?...
Como decía, ya tienen un añito... un añito.  Lo volvería a vivir todo otra vez.  Con más calma.  Más experimentada... jajaja... seguro que volvería a ser todo como  un mágico caos.  Ah! recuerdo también que muchas madres me solían decir que teniendo ellas uno, no se imaginában cómo sería tener dos a la vez y yo les contestaba que yo lo que me preguntaba es que si yo con dos andaba medio loca, cómo lo llevarían las que tenían tres a la vez... jijiji.... pues al principio triplemente estresadas y luego triplemente  orgullosas y felices.  Un hijo es un regalo.  Dos hijos son dos regalos.  Tres hijos son tres regalos...
  

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades por esos dos tesoros que llegaron hace un año para llenarte de felicidad y por muchos años !
Besos !

X dijo...

Me alegra verte tan feliz. Puedo imaginar la alegría de tener dos hijos, aunque no tenga nada que ver con experimentarla, claro. xD

Yopopolin dijo...

qué bonitas palabras!! :) Me alegro mucho por tí... con tanto 'trabajo' se entiende tu medio-ausencia por estos lares...

Un besito!

Juan Rodríguez Millán dijo...

El relato es precioso, me alegro mucho por ti, me das muchísima envidia por vivir algo tan bonito... Y si estas navidades serán especiales, ya verás las siguientes, cuando los chiquillos sean más conscientes de todo lo que viven...

Tequila dijo...

Yo creo que mis épocas más felices han sido mis embarazos y cuando mis hijos eran bebés. Ahora ya, con 10 y 6 años... pues como que no es lo mismo. Menos mal que mis hermanos van teniendo hijos y me quito esta ansia de tener más... que los tendré seguro.

Besos!!