viernes, 8 de febrero de 2013

LA FUERZA DE LA PASIÓN

Se suele decir que la vida es como un libro cuyas paginas en blanco vamos escribiendo conforme nuestras vivencias van aconteciendo .  Llega un punto en el que la historia de nuestra vida puede darse por escrita.  Cuando ya hemos construido el hogar deseado culminando así el objetivo vital de nuestra existencia, sentimos que ya tenemos "la vida hecha" y ya solo esperamos vivir lo mejor que podamos en nuestro pequeño universo particular.  Una vida sencilla, con marido, hijos y una casa bonita es a lo que aspiraba Astrid.  Ella solo quería ser feliz y formar una familia.  Y lo consiguió.  Se enamoró, se casó y tuvo un precioso niño.  Su trabajo  le gustaba y aportaba un dinerillo a casa.  Su marido era un hombre bueno.  La quería y la cuidaba.  Ocupaba un buen puesto en una empresa de telefonía, y aunque estaba contento con el hecho de que Astrid tuviera un trabajo, no le habría importado que se hubiera quedado en casa si así ella hubiera querido.  Eran felices.  Llevaban juntos casi una década y se compenetraban muy bien.  Las discusiones que se daban entre ellos estaban dentro de la normalidad de cualquier pareja estable.  Y si bien su vida transcurría en una apacible rutina, ello no suponía problema alguno ni circunstancia que pretendieran cambiar, pues la rutina la consideraban algo normal e ineludible tanto en una relación de pareja como en la vida misma.  Astrid ya había escrito la historia de su vida.  El "... y fueron felices y comieron perdices." esperaba fuera su destino.  Pero lo que nos depara la vida es un misterio, y uno sabe cómo se levanta, pero no sabe cómo va a terminar el día.  Y a veces, cuando creemos que ya hemos alcanzado nuestros sueños y podemos ser felices,  nuestra vida da un giro de ciento ochenta grados y solo podemos seguir para ver qué pasa.  Y el libro de la vida de Astrid no estaba terminado.  De hecho su pequeño universo no tardó en desintegrarse, pues una fuerza sobrenatural arrasó su estabilidad,  cual huracán enfurecido.
Lo que nunca imaginó que le pudiera suceder a ella, le sucedió.  Sin previo aviso.  Un día, estaba tranquilamente en la oficina trabajando, cuando llegó su jefe y le presentó al que sería el nuevo director comercial.  Al estrecharle la mano y mirarle directamente a los ojos una chispa saltó entre ambos.  Fue inconfundible. A partir de ese instante todo cuánto hizo para evitarle fue en vano.  Se sentía sucia, traidora y culpable porque él la atraía.  Pensar en su marido y su hijo le daba fuerzas para alejarse pero cada vez que lo tenía delante, su corazón, contra su voluntad, latía desbocado y luego, cuando se quedaba de nuevo a solas, se tenía que esforzar para serenarse.  Cómo podía ocurrirle algo así, si ella quería a su marido.  Por qué.  Por qué tenía que sentirse así. No quería tener esos sentimientos y esas reacciones.  Tenía mucho miedo de destrozar a su familia, de perder todo cuánto había construido.  Sentía que su vida entera estaba en juego y deseaba con todas sus fuerzas que nada ocurriera y volver a vivir en paz,  pero pese a todo, cuando él estaba cerca, era como si ella saliera de ella misma, dejando lugar únicamente  a su "yo" más instintivo que se sentía arrastrado hacia él, por una fuerza irresistible. La situación la tenía todo el tiempo "atacada" de los nervios hasta que una tarde, por circunstancias de la vida, se quedó a solas con él, y cuando sin pretenderlo y sin saber cómo acabaron enlazando sus manos...  ya no hubo marcha atrás.

domingo, 3 de febrero de 2013

LA BUENA NUEVA

Una nueva vida ha empezado a crecer en un vientre materno, y ha desencadenado sentimientos dispares en aquellos que algún día serán su familia. 

Para la futura mamá, la noticia de su embarazo ha sido maravillosa.  Ansía tener otro hijo porque le gusta ser mamá;  le gustan los niños.  Se siente pletórica.  Sabe que en su entorno, no todas las muestras de alegría al conocer su estado de buena esperanza van a ser sinceras, pero eso no le importa.  Es más, aunque nunca lo reconocería, saber que en ciertas personas va a despertar envidia y recelo, la hace experimentar un pequeño pero  inconfundible regocijo.

Para la futura abuela la noticia ha sido una verdadera sorpresa.  Jamás pensó que tuvieran otro hijo.  Está esperando con autenticas ganas  que su nuera favorita quede en estado, así que  la noticia la ha dejado en una especie de trance.    Pues vaya.  Con ésta chica aunque no se lleva mal, cariño no le tiene, y al nieto que ya le ha dado, aunque lo quiere,  no lo ha disfrutado como a ella le hubiera gustado.  En su relación con su nuera nunca ha habido armonía, y ello ha influido notablemente en su relación con su nieto.  De todos modos, podría decirse que últimamente se llevan mejor, así que, quién sabe.  A lo mejor este bebé acaba siendo una alegría.... tiempo al tiempo.  Pero no está muy convencida de ello.  Nunca lo reconocerá, pero recibir la noticia la ha dejado chafada.  Ella lo que quiere es que la otra se quede preñada. Ésta, en el fondo, le da igual.

Para la futura tía política  la noticia ha caído sobre ella como un jarro de agua fría.  Le ha sentado fatal.  Ella, que lleva varios años buscando no se queda, y la otra que ya tiene uno va y se vuelve a quedar.  Dolor e ira se entremezclan   dando lugar a una angustia ya familiar .  Se hunde.  En el fondo de su corazón, le resulta insoportable.  Es injusto.  Secretamente comprende que estaba más tranquila-mejor,  antes de conocer la noticia.

Para la mejor amiga de la futura mamá la noticia le congratula limitadamente.  Su situación económica es un tanto precaria, muy al contrario que la de su amiga, a la que la crisis no ha afectado y se encuentra en permanente tiempo de bonanza.  Pese a que una cosa no tiene nada que ver con la otra, y pese a que siente  un gran afecto hacia su amiga y le desea lo mejor en su embarazo y con su bebé, nota como pequeñas astillas de envidia la hacen sentir incómoda.

Un embarazo.  Buena ó mala noticia; Depende de quién sea el receptor de la misma.  Se dice que nacemos y morimos solos.  En cierta manera, en el fondo, también vivimos solos porque a fin de cuentas, vivimos lo que sentimos y lo que sentimos nos atañe a nosotros exclusivamente.  Un alma equivale a un universo.  Cada uno somos el centro de nuestro mundo y todo cuánto nos rodea gira en torno a nosotros mismos.  Las noticias que nos llegan referentes a otras personas nos afectan en la medida en que "nos tocan".  Y no deja de resultar curioso como un acontecimiento a todas luces positivo puede no serlo tanto para otros, o no serlo en absoluto.  La llegada al mundo de una nueva vida causa inevitable revuelo en los familiares más cercanos y lo mismo ocurre cuando un ser querido se va.  Los sentimientos no siempre son los que cabe esperar.  Cada cual se alegra o se entristece en función de la unión con la persona y en función también de su situación personal.  Los ejemplos descritos no son malas personas, ni egoístas.  Son personas a quienes la dicha ajena hace resaltar sus carencias y sus reacciones íntimas reflejan como se siente su "yo".  Yo, mí, me....