martes, 26 de marzo de 2013

MIS MELLIZOS, MI VIDA

Nunca he tenido miedo a morir;  respeto sí, pero miedo no.  Al pensar en la posibilidad de que a mí me llegara la hora sentía mucha tristeza por mis seres queridos;  por la pena que mi adiós les causaría.  Por mí no sentía tristeza.  Más bien sentía que dejar este mundo sería algo natural, y que si  tenía que hacerlo antes de lo normalmente esperado, pues que así fuera. Mientras la vida  dura, vivir está muy bien y ganas de que termine no tenía,  pero miedo al final tampoco. Esa era mi filosofía respecto a mi condición de mortal.  Era.  Ahora ya no lo es.  Mis mellizos han llenado de tal modo mi vida, que experimento por primera vez  temor a la muerte.  Quiero vivir.  Con todas mis fuerzas.  Quiero criar a mis niños y disfrutar con ellos de esta vida que a veces es maravillosa y otras veces es todo lo contrario, pero que con ellos ya no es lo que era.
Desde siempre he sentido deseos de ser madre, y hasta ver cumplido mi sueño, lo he tenido que desear mucho, mucho, mucho.  Tal vez por eso no me daba miedo irme de aquí. Porque estaba incompleta ;  me faltaban ellos.    Ahora que los tengo,  más que nunca quiero estar aquí.  Con ellos.  Por ellos y para ellos.  Mis hijos. Hijos, hijos, hijos... aún hay momentos en que me digo a mí misma "Que sí, que son míos.  Mis chiquitines.".  Es una sensación increíble.  Gracias, gracias, gracias.  Me siento inmensamente agradecida y a la vez temerosa.  Prudente.  Por eso cuando algún paisano me dice por la calle eso de "que Dios te de salud para poder criarlos" me aferro al pensamiento de "Sí por favor".  Y es al escuchar esas palabras, y al desear estar con mis niños, cuando soy consciente tanto de lo viva que estoy como de lo mortal que soy. Y entonces, repentinamente siento un temor y un respeto hacia la muerte que me hace comprender las ganas que tengo de vivir.  Digo yo que serán  beneficios de la maternidad.
   
¿Y las ganas de hacer cosas qué?.  Nunca antes había tenido tantas ganas de llevar a cabo proyectos como ahora.  Siento un montón de curiosidades y cada dos por tres me inunda el entusiasmo hacia alguna idea que se me pasa por la cabeza... ¡ pero si no tengo tiempo! exclamo ...  y entonces me cabreo.  Eso de querer y no poder lo llevo muy mal.  El otro día se lo comentaba a mi hermana.  No entendía porque es ahora que no puedo cuando me surgen inquietudes creativas y no antes,  cuando tenía todo el tiempo del mundo.  "Porque ahora eres feliz y tienes ganas de vivir y de hacerlo todo.".  Tiene razón.  Necesitaba ser madre y ahora que lo soy, puedo ser por fin yo misma.    Se dice que "parir embellece y criar envejece", y será verdad, pero también lo es que a mí mis niños me han llenado de energía.  Han despertado intereses por largo tiempo adormecidos y cada día me siento mejor, con más fuerza espiritual y más segura de mi misma de lo que nunca me he sentido.   Eso serán también beneficios maternidad.

Hace unos años, en una conversación entre amigas, siendo éstas, una madre de un hijo adolescente y dos mujeres caminando hacia la maternidad, decían con total convicción, que las mujeres que no querían tener hijos eran unas egoístas porque solo pensaban en ellas mismas.  En su opinión, una madre se sacrifica por sus hijos, lo da todo por ellos y tiene que renunciar a muchas cosas por ellos.  La mujer que no quiere tener hijos es porque solo piensa en sí misma.  En su propio placer.  Personalmente, ni aquél día en el que yo soñaba con ser mamá, ni hoy, que ya lo soy de unos preciosos mellizos que no paran ni un segundo, estoy de acuerdo con ellas. Yo pienso que cada mujer ha de perseguir sus sueños.  ¿Por qué es egoísta la que tiene sueños que no son ser madre?  porque bien mirado, una desea ser madre pensando en sí misma; en su propio placer y en la felicidad que ese hijo le va a ocasionar.  Osea que si hablamos de pensar en una misma, con o sin hijos somos todas egoistas, que a fin de cuentas una no tiene hijos pensando en poblar el planeta;  una tiene hijos para una misma; para ser feliz.  El sacrificio y la falta de tiempo son inherentes a la maternidad porque una vez eres madre pasas a un segundo lugar ya que tu pequeño es lo más importante, lo que más quieres y lo que da sentido a la vida que tú querías.  Es tu sueño hecho realidad. Y es y será siempre él antes que tú porque para eso es tu hijo.
A veces no comprendo  que se presuma  de la maternidad como si las madres fuéramos mártires sacrificadas en la entrega a nuestros hijos.  ... ¿cómo no nos vamos a entregar a ellos si son trocitos de nosotras mismas? es lo más natural del mundo.  Ellos, los chiquitines e indefensos niños no han pedido nacer, así que solo falta que les culpemos del tiempo que nos ocupa atender a sus necesidades o que nos sintamos sacrificadas cuando ellos son nuestro mayor regalo en esta vida.   Que no somos heroínas;  somos madres.  Agradecimiento;  agradecimiento siempre. En mi camino hacia la maternidad, aprendí  que no íba a sacrificar placeres por ser mamá, si no que los habría  si no tenía hijos.  No pretendo ser crítica con aquéllas que abanderan su maternidad, solo defiendo el hecho de que ser madre no es ser sacrificada, sino más bien todo lo contrario.  Y defiendo también, que no querer ser madre es tan lícito como el querer serlo, y el adjetivo egoísta es perfectamente apto para ambos casos, o igual no lo en en ninguno de los dos.

La maternidad no es cómo la había imaginado... bueno, puntualizo:  la maternidad es más ó menos cómo la había imaginado.  Un inmenso amor a los hijos que cada día aumenta y aumenta y solo deseas que ellos estén bien.  La crianza es lo que no se asemeja a cómo yo la había imaginado.  Es agotador y estresante. En mi defensa diré que yo no había cuidado en toda mi vida a un niño... y claro, me llegaron dos a la vez y fue y es desbordante a la vez que  maravilloso.  Son mi vida.  No cambiaría nada de lo vivido.  Es más, ha pasado el tiempo tan rápido que muchas veces me siento nostálgica y tengo ese recurrente pensamiento que seguro a toda mamá se le aparece de vez en cuanto y que es el de "volvería a vivirlo todo otra vez".  Es así.

Concluyendo que es gerundio:   cada cual sabe lo que necesita para vivir en paz y ser feliz y a cubrir esas necesidades es hacia dónde cada cual  debe encaminar sus pasos.   A eso se le llama vivir.

miércoles, 20 de marzo de 2013

MUJER, BELLEZA... PORQUE YO LO VALGO.

Esta mañana, después de recoger la ropa que había tendida, la he plegado y la he guardado en sus respectivos cajones del armario.  Al abrir el cajón de la ropa de trabajo de mi marido. la visión de un amasijo de pantalones y sweaters me ha hecho torcer el gesto.  "Qué desastre", he pensado al tiempo que lo he sacado todo para doblarlo y colocarlo correctamente.  "Esto es otra cosa", me he dicho al contemplar satisfecha la ropa ordenada debidamente.   Unos minutos más tarde, se ha repetido la misma secuencia, pero con el tendedero de las toallas.   Para no perder la costumbre, la toalla de ducha de mi marido, colgaba de cualquier manera dándole un aspecto desastrado que de manera automática me he ocupado de modificar.  "Ya está", me he dicho aliviada.  La pulcritud y el orden son cualidades indispensables para la armonía en una casa. Impepinable. Aún resuenan en mi cabeza las sabias palabras que me dijo una buena amiga cuando me vine a vivir aquí:  "tú siempre tienes que tener la cama hecha y la cocina recogida;   hecho eso, ya puedes tener visitas; la casa está presentable".  Cuánta razón tiene.  En la casa es más importante el orden que la limpieza  en sí misma.  Lo mismo ocurre con nuestra propia imagen.  Me resulta escandalosa la dejadez de muchas mujeres en cuánto a su aspecto físico.  Está claro que no podemos pretender ser perfectas físicamente como las divinas "Mujeres Desesperadas".  Cada una es como es, pero el aseo, el dedicarse un mínimo de atención es absolutamente necesario para mantener nuestra armonía personal.  Y la realidad es que hay por ahí algunas especímenes que a mí por lo menos, me asustan.  Y no exagero que fue ayer mismo, cuando estaba en la cola del supermercado y  una mujer me dio un susto de muerte cuando se dirigió a mí de sopetón, con un espeluznante mostacho que acaparó totalmente mi atención.  Puaj!!  Un poco de amor propio, por favor.  
Ó si no aquélla compañera de trabajo que cuando me echaba yo crema en las manos, me la pidió porque decía que las suyas estaban muy resecas... "uy, pero si esta la venden en el Mercadona" exclamó la susodicha al coger el tubo;  "mira cómo las tengo..."...Increíble.  Creo que cuando le ví las manos solté un grito de horror.  Qué manos mas secas.  Qué grima.  Según ella es que se le olvidaba siempre.  Ups.  Si le debían de escocer, de tan cortadas que las tenía.  Tan joven y tan dejada.  Jamás he tenido yo las manos tan descuidadas y mira que a veces llevo las uñas fatal, pero muchacha... si la propia piel pide ser hidratada.
Tengo una amiga a la que le ocurre algo parecido. Como nunca se pone body-milk, en verano cuando lleva las piernas al aire, tiene la piel tan seca que cada vez que se rasca se le queda toda la pierna con los "rallajos" blancos.  Precioso.  Cuando le pregunté que por qué no se ponía crema después de ducharse me contestó que porque le daba pereza, pero que sí, que se tenía que poner.  Que esa noche se empezaba a poner.  Pobrecilla.  A lo mejor mis ojos desorbitados ante los "rallajos" en sus piernas  la avergonzaron... ¡mejor! jajaja. Así que se ponga las pilas.  
Y yo misma, que muchas veces salgo de casa  escopeteada y ni me arreglo el pelo (¡ni el flequillo!) ni me pinto los labios (algo sagrado para mí), y cuando accidentalmente en algún comercio me encuentro con mi imagen reflejada en algún espejo me aparto espantada. Arrrrggg!!! que me pondrían en la"Cuore". Qué careto . Sólo con que me hubiera planchado el flequillo y dado un toque de color a los labios habrían sido suficientes para no espantarme.  Para estar presentable.  Y en tiempo hablo de dos minutos.  Dejadez. No hay otra excusa.  Una no se descuida y abandona por falta de tiempo;  lo hace por dejadez.  Por falta de voluntad.  Y digo yo que a mí ¿qué me importa si la una se deja el mostacho, o la piel escamada o se engorda y engorda y engorda?  ellas mismas ¿no?.  Pues nada;  no me importa y no es asunto mío, pero al igual que hay unas reglas para mantener el orden en el hogar, hay un mínimo de cuidado que toda mujer se debe aplicar. Mujer y belleza casan desde tiempos inmemoriales.  Es de ser mujer el defender la femineidad y es propio de mujeres el  embellecerse, el acicalarse y el mirarse en los espejos para cerciorarse de que todo está dónde tiene que estar.  Una mujer no debe ir por la vida echa un adefesio por voluntad propia y la verdad es que me sorprende por ejemplo la mujer del mostacho;  me sorprende que no se horrorice al verse en el espejo, porque yo no tardaría ni un minuto en quitármelo.  En fin.  Que es lo que siempre se ha dicho.  "Fulanita se casó, tuvo hijos y se dejó, con lo que empezó a engordar, no se arreglaba, y la pobre con treinta años y aparentaba cincuenta;  ay,  con lo mona que era antes...".  Pues bueno.  Yo abogo por lo contrario.  Cuidarme, tener siempre la mejor apariencia e ir cumpliendo años con dignidad, orgullosa de ser mujer y disfrutando de mi feminidad. Ser mujer y dejarse deteriorar no es de ser mujer.  Y en el fondo, la mujer que se descuida ni está contenta ni lo está el que con ella tiene que estar. Pero, una misma...    

miércoles, 13 de marzo de 2013

LA BUENA NUEVA - PARTE II

Necesito desahogarme.  A veces vivo situaciones en las que estallaría y plantaría cara a personas que sin comerlo ni beberlo, dejan caer sobre mi cabeza un jarro de agua fría, con sus desplantes o con su mala leche.  Me da mucha rabia que esta gente de la que hablo consiga hacerme sentir mal.  Rabia más contra mí misma que contra ellos.  Ojalá tuviera un escudo de frialdad y que no me importaran nada.  Lo que me ha pasado hoy y que me lleva a escribir estas líneas de desahogo es que cuando he ido a comer a casa de un familiar y me he sentado junto a una allegada en el sofá con los niños, ésta ni se ha dignado a mirarlos.  Joder.  Me he quedado estupefacta.  Nunca ha sido demasiado cariñosa con ellos, pero es que hoy se ha llevado la palma de la indiferencia.  Que no nos vemos mucho, pero hasta que me quedé embarazada siempre nos que nos veíamos congeniábamos bastante bien y nos teníamos cariño... Me siento mal.  Sólo tengo ganas de llorar.

AL DÍA SIGUIENTE

Vuelvo de nuevo a escribir, ahora ya mucho más tranquila.  En caliente, se magnifican las situaciones, ó no.  O igual en caliente las cosas se sienten como  como son, y con el paso de las horas y los días, va menguando nuestro malestar y les vamos quitando importancia.  Verdaderamente, puede que me moleste más mi propia reacción, que el desprecio que hizo la susodicha.  Me molesta mi reacción porque lo cierto es que no debería de afectarme tanto.  Soy ese tipo de personas a las que la opinión y comentarios de los demás afecta considerablemente. Demasiado, para ser exactos, que me llega a quitar el sueño.   Y eso es una gran debilidad.  Pero bueno, lucho contra ello,  lo que viene a ser un constante combate entre los agobios que me entran a causa de mi impotencia frente a estas situaciones y mis pensamientos positivos, que se ocupan poco a poco de ir aplacando mi cólera. 
Hace poco escribí un post titulado "La Buena Nueva", que trataba de las reacciones de distintos familiares ante la noticia de un embarazo.  Contaba, que la noticia que era  "a todas luces positiva" no a todos alegraba y sin darme cuenta empleé un tono crítico hacia las que no lo celebraban.  El comentario de mi querido amigo X,  autor del fantástico blog "atlantis2050.blogspot.com"   diciéndome que la noticia sólo era "positiva a todas luces" para la madre y  que los demás podían o no alegrarse ó no,  según sus circunstancias personales, me caló hondo.  La verdad es que pasé varios días dándole vueltas al tema.  Me dí cuenta de que por algún motivo,  en muchos momentos  de mi vida, mi moral se siente obligada a alegrarse por los demás cuando en lo que a mí persona se refiere, no me causa ninguna alegría. A veces ha sido al contrario.  Buenas nuevas ajenas me han hecho sentirme desgraciada.   Por eso el tono del relato podía resultar crítico;  Porque, cuando yo no me he alegrado de buenas nuevas ajenas a causa de mi situación personal, me he sentido mal conmigo misma.  He intentado obligarme a alegrarme y al resultarme imposible he seguido incómoda. Culpable.  Qué tonta.  X tiene toda la razón.  Las cosas buenas alegran la vida a quien   le suceden;  Los demás no tenemos por qué experimentar alegría.  Eso no quita poner  buena cara    ante quien nos está contando algo bueno que en su vida ha acontecido.  No se trata de ser falsa, si no de ser cortés. Una cosa no quita la otra.  Relaciono todo esto con lo sucedido ayer. Como conté al principio, me llevaba bien con ella pero noté cambios al quedarme embarazada. Cuando la telefoneé para darle la noticia no demostró alegría.  Más bien un débil "Ahh.. enhorabuena..." y al añadir contrariada que llevaba dos, ella se limitó a soltar otro apagado "Ahhh...".  En fin.  Me molestó.  Ella ya era madre y aunque llevaba tiempo buscando el segundo, yo llevaba mucho más y ella sabía lo mal que lo había pasado.  Pero bueno;  me voy a aplicar la lección aprendida, y recordando las palabras de X, la noticia era positiva para mi.  Era mi vida la que iba a cambiar, no la suya.  Ella no se alegró y no se esforzó en mostrar algo que no sentía.  Duele, pero no se puede hacer nada al respecto.  Pero lo de ayer con los niños es diferente;   Cierto que nos vemos poco,  pero yo siempre he tenido cariño y sonrisas para su hija.  Y de corazón, que la niña es un amor. De hecho, prueba de ello  es que cada vez que me ve, viene corriendo a darme un abrazo.  Digo yo que será porque se siente querida ¿no?.  Pues bien, mis hijos también son dos amores;  para mí lo más grande y maravilloso de esta vida, y si ella muestra indiferencia hacia ellos hasta el punto de ignorarlos me duele.  Me enfurece.  Y  qué queréis que os diga... que mis niños tienen quince meses... que para mí no hay excusa. Que debería darle vergüenza.  Sinceramente, cuando estaba allí, sentada a su lado en el sofá con mi niña sentada entre las  dos y mi niño de pie apoyándose en la mesa centro y la tía ésta los ignoraba hablando con el resto y sin siguiera mirarlos un momento,   lo único que pensaba yo es "mira que eres gilipollas...  desgraciada diles algo...".   Siento insultar pero esto es lo que hay.  Sea cuál sea su situación,  para mí, no existe excusa que justifique el desprecio que les hizo. Mis preciosos niños.  Anda y que le den.  No la necesitamos para nada.
En fin;  que voy a ir terminando. Aunque "la allegada" no se alegrara de mi embarazo, hay ocasiones en la vida en las que hay que echar mano de la hipocresía y fingir un poco.  Eso es ser políticamente correcto.  No cuesta mucho y así la otra persona se siente querida y en armonía.  Todos lo hacemos.  Forma parte de nuestra civilización.  Igualmente, si estás frente a alguien que sufre por cualquier desventura no es necesario que te extiendas demasiado al contarle tu buena suerte.  Simplemente por respeto.  Y sobre el asunto de mis niños... pues si los ignoró a propósito  es una gilipollas.   Y si fue inconscientemente..  con el tiempo se verá... 

lunes, 11 de marzo de 2013

UNA MADRE SIN TIEMPO

Hace tiempo leí no sé dónde, una entrevista que le hicieron a una mujer que tenía un montón de hijos.  Doce o trece, creo recordar.  Casi tenía un hijo de cada edad.  La mayor tendría unos veinte años, y el pequeño dos ó tres.  Pero que eran mogollón. Una barbaridad.  Ahora recuerdo (caprichosa memoria ésta)que lo leí cuando los míos apenas tenían unos meses de vida, y yo andaba LOCA perdida entre biberones, llantos y extractores de leche.  A la madre, una gran madre, le preguntaban algo así cómo que cómo sacaba tiempo para sí misma con tanto hijo que criar, y ella respondió algo parecido a que resultaba egoísta preocuparse de buscar ese tiempo para sí misma cuando podía entregárselo a sus hijos.  Aplaudí mentalmente y con entusiasmo sus palabras. Me encantó su respuesta.  Eso es  ser una auténtica madre abnegada, pensé entonces y pienso ahora.  Yo también quiero ser así, me dije al notar un pinchazo de culpabilidad causado por el estrés y el caos que reinaba en mi hogar.  Pero yo no soy así.  Amo a mis hijos por encima de todo, y lo son todo para mí.  Ser madre y ama de casa me gusta (bueno, la verdad es que la casa es un verdadero plomazo, por no decir otra palabra...), pero yo, a diferencia de aquélla MADRE en mayúsculas, sí soy egoísta y si necesito tiempo para mí misma.  Necesito leer un rato por las noches, necesito un ratito para ponerme al día con los blogs,  necesito despejar mi mente y concentrarme en sobre qué quiero escribir en este blog, necesito estar aunque sea un poco al día en lo que ocurre fuera de mi mundo particular, y quiero que no necesito, poner al día las fotos,  coger a los niños montar un tingladillo para fotografiarlos "a lo profesional"... tiempo, tiempo, tiempo... Lo que me falta es tiempo.  Divagando un poco, me pregunto si la MADRE en cuestión es tal cómo se mostraba en la entrevista.  Lo digo porque no creo que yo sea tan rara por no ser tan abnegada, si no más bien al contrario.  Me resulta un poco raro o sospechoso, no tener hobbys aparte de estar, criar y educar a los niños.... aunque bueno, supongo que doce o trece hijos es otro cantar, por más que los mayores te puedan ayudar.  Mi madre siempre me dice que lo que me pasa es normal.  Ella dice que los hijos son lo mejor de la vida, pero que la realidad es que agotan.  El otro día me contaba que cuando éramos pequeñas, ella se levantaba a las ocho menos cuarto de la mañana, se tomaba su café con leche, se fumaba un cigarro, y a las ocho en punto nos despertaba y "empezaba la guerra" jajaja... Lavar caras y culos, vestirnos, darnos el desayuno, llevarnos al cole, volver a casa, hacer la compra, preparar la comida, limpiar la casa,  volver al cole a recogernos, llevarnos a casa, darnos la comida, comer ella con mi padre, recoger todo, llevarnos otra vez al cole, volver a casa, volver al cole....uffffff...  pues eso.... ¡¡¡la guerra!!! jajaja...  dice que a las ocho y media nos acostaba, y entonces ella decansaba un rato...  pobreta.  Y nosotras felices y sin enterarnos de lo cansada que acababa mamá los días... jijiji...  A lo mejor es por eso que a mi el cansancio me ha pillado por sorpresa.  Porque nunca fuí consciente de cuánto trabajaba mi madre.  Y ella también tenía sus intereses personales, que recuerdo yo cómo le gustaban las series de televisión cómo Falcon Crest ó Dinastía.  Y recuerdo aquéllas novelitas de terror que cambiaba en el rastro y que se las leía por las noches, cuando "la guerra" paraba para dormir... Y al día siguiente, vuelta a empezar.  ¿Feliz? por supuesto. ¿Cansada? por supuesto también.
Casualmente, esta mañana he estado hablando con una vecina que tiene una niña de cuatro años y un nene de quince meses, y me contaba que se ha apuntado a Pilates con su hermana porque "necesita" desconectar aunque sea un rato de los niños y del trabajo... jum... tampoco es está una madre 100% abnegada;  yo diría que es una madre normal y corriente.  Digo yo que aparte de ser madres, que es una tarea que por naturaleza ocupa casi todo el tiempo, en nuestro interior seguimos siendo algo más y por ello tenemos más inquietudes además de los hijos...  Pero aunque les pasa a casi todas, y entiendo lo que me ocurre, a veces me siento egoísta y culpable por dicho egoísmo.  Tiene guasa, no tengo tiempo de ná, y sin embargo me paso el tiempo dándole vueltas al coco...  Ups... oigo ruido de llaves en la puerta... ya está aquí mi madre con los peques... ¡vuelvo a la guerra jajaja!

sábado, 2 de marzo de 2013

NELLY LA BORDE

Me cuesta mucho ponerme en la piel de Nelly.  No acabo de "pillarla".  Concederle el beneficio de la duda, sería considerarla ignorante ó inocente en exceso, o como suele decirse de aquéllos que no se enteran, sería afirmar que "le falta un verano".  Considerar el aceptar que habla sin pensar y sin darse cuenta de cuánto daño pueden causar sus palabras sería igualmente concederle el beneficio de la duda.  Pero creo que yo no soy tan benevolente.   Me cuesta no desconfiar .  Me cuesta no creer que lo hace a propósito.  Con intención.  A sabiendas de que lo que dice, va a doler, a molestar y a irritar a su interlocutor.  Creo que Nelly es una persona que se crece con las desgracias ajenas.  Con sus comentarios contribuye a que el pesar de los demás aumente.  Este hecho no deja de sorprenderme, pues hablo de una chica joven, que vive desde hace algunos años en pareja, simpática, guapa... vamos, lo que viene a ser una chica normal y corriente.  Pero borde.  Sí;  quizá es este el adjetivo que mejor describe ese rasgo turbio de su personalidad.  

El otro día me la encontré por la calle e íba ella acompañada de su prima, la recién separada.  La pobre, al parecer lo está pasando mal porque ha sido él el que la ha dejado y ella todavía se aferra a la esperanza de que vuelva.  Bueno, pues como decía, me las encontré por la calle, y tras saludarnos, Nelly se puso a contarnos la sorpresa que le había dado su chico por San Valentín enviándole al trabajo un enorme ramo de rosas rojas.  Qué romántico, sí. Yo, ojo avizor, no tardé en darme cuenta de que la prima se encogía por dentro, y de que Nelly se hinchaba regocijándose en los detalles de la anécdota.  Con sutileza cambié de tema.  No sé.  A lo mejor soy yo, que  tengo demasiada empatía y no puedo hablar de ciertos asuntos si hay alguien delante a quien pueda lastimar, pero hacer alarde de tu suerte en el amor,  cuando tu prima llora precisamente  su mala suerte en el mismo, pues no es lo más apropiado.  

Lo mismo ocurre con su cuñada.  Se lleva bastante bien con ella y a menudo se las ve juntas.  Pues bueno, la cosa es que la cuñada con la suegra se lleva fatal, y en cambio ella se lleva a las mil maravillas, porque se ve que le ha caído en gracia a la buena mujer... pues nada, que sabiendo como sabe perfectamente que para su cuñada el estar en casa de la suegra es un tanto incómodo porque no es  bien recibida, cada vez que tiene ocasión saca a relucir la buena relación que ella sí mantiene, y lo bien acogida e integrada en la familia  que ella sí está.  Creo que cuando Nelly presume de suegra, la cuñada se muerde la lengua. 

Y si no lo que me decía a mí.  Que yo también fui diana de sus dardos envenenados.  Hace unos años, cuando me encontraba anímica y espiritualmente fatal porque no podía quedarme embarazada, cada vez que la veía, no sé cómo ni por qué lo hacía, pero sabiendo cómo estaba yo, siempre se las ingeniaba para decirme que ella no tardaría en tener hijos y que además -añadía para más inri-,  aunque ella no estaba "buscando", se podía quedar en cualquier momento porque los accidentes ocurren y esas cosas pasan "¿si ó no, Claire?" recuerdo que me preguntaba.  Yo, que con ella de mis problemas nunca hablé, sé que sabía lo mío, porque forma parte de un entorno en el que todos lo sabían así que estoy segura de que ella también.  Pero nada.  A ella "plin".  Soltaba sus perlas y se quedaba tan ancha.  Y yo.... jodida.  

Pero bueno, rencor no le guardo, porque verdaderamente me llevo bien con ella, y no es mala persona, pero es ese punto malicioso lo que siempre me descoloca.  Es como si dónde ve una llaga, ella pone el dedo. Sí.  Por eso decía al principio que creo que ella se crece con las desgracias ajenas.  Cuando en ocasiones la veo "lanzar sus pullas" con toda naturalidad me entran ganas de echarme a reír y de preguntarle " pero vamos a ver... ¿como puedes ser tan borde?".  En serio, que siento curiosidad. Porque le admiro el que sea una persona fuerte;  de esas que no se dejan avasallar por nada ni por nadie;  no le afectan las opiniones sobre ella, y ni siquiera le interesan.  Ella va a la suya y punto.  Eso me gusta.  Que no se aflija por nimiedades ni le de importancia a lo que no la tiene, me encanta.  Pero es una borde.  Noto que le gusta tocar el punto débil de las personas que la rodean, y eso ni me gusta ni lo entiendo.  Por eso no me puedo poner en su piel ni saber lo que siente cuando hace eso.  Porque sus intenciones no son transparentes.  Porque seguramente, no es trigo limpio (como dice mi madre y todas las madres).  De todos modos, adrede ó no, no está bien, y creo que en esta vida hay que tener un mínimo de empatía y no decir a los demás lo que no nos gustaría que nos dijeran a nosotros. Tamaña falta de tacto es un gran defecto.  A mí por lo menos, no me gustaría que tras tener un encuentro casual ó no con alguien, mis palabras exaltaran sus miserias .  Borde desde luego no soy, y Nelly para su suerte o su desgracia sí lo es.