Al escuchar la entrevista que Ana Rosa Quintana les hizo ayer por la mañana a los padres de Sandra Palo, se me encogió el corazón, de tristeza por lo que le pasó a su hija, y de miedo, de que cosas tan horribles ocurran. Pienso en el asesino de su hija y se me revuelve el estómago, de ira y desprecio.
Escucho a Rafita, uno de los asesinos de Sandra Palo, pedirles perdón a los padres y dudo de su sinceridad. No creo que Rafita sufra por lo que ha hecho y no creo que comprenda todo el dolor incurable que ha causado.
Me pregunto si alguien que a la edad de catorce años comete el terrible asesinato de una niña, se puede reformar. Me lo pregunto porque para cometer semejante atrocidad, hay que tener muy poco aprecio por la vida humana. Hay que carecer de la más mínima pizca de empatía y no hay que tener corazón.
Ahora el Rafita es el personaje de la semana y cuál estrella mediática, los programas de televisión tirarían confeti si pudieran entrevistarlo.
Ana Rosa les ha dicho a los padres de Sandra Palo, que ella entrevistaría a Rafita, al igual que entrevistaría a un asesino de ETA o entrevistaría a Bin Laden o entrevistaría al diablo, porque ella es periodista.
Yo, en mi rol de audiencia, manifiesto aquí que si Ana Rosa Quintana o cualquier otr@ periodista o presentador/a de cualquier canal entrevista al Rafita con el fin de subir las audiencias, conforme da comienzo la entrevista, apagaré la televisión, porque entre otras cosas, no creo que las respuestas del entrevistado fueran sinceras.
Ana Rosa Quintana es periodista, no psiquiatra. A mi humilde entender, corresponde a los psicólogos y psiquiatras tratar a los asesinos y a los psicópatas.
Y ya solo me queda añadir, que ojalá el Rafita y todos, absolutamente todos los asesinos se reformen y comprendan y se arrepientan del sufrimiento, el dolor y la pérdida que han causado.