viernes, 29 de enero de 2010

SOBRE ENTREVISTAS..

Al escuchar la entrevista que Ana Rosa Quintana les hizo ayer por la mañana a los padres de Sandra Palo, se me encogió el corazón, de tristeza por lo que le pasó a su hija, y de miedo, de que cosas tan horribles ocurran. Pienso en el asesino de su hija y se me revuelve el estómago, de ira y desprecio.
Escucho a Rafita, uno de los asesinos de Sandra Palo, pedirles perdón a los padres y dudo de su sinceridad. No creo que Rafita sufra por lo que ha hecho y no creo que comprenda todo el dolor incurable que ha causado.
Me pregunto si alguien que a la edad de catorce años comete el terrible asesinato de una niña, se puede reformar. Me lo pregunto porque para cometer semejante atrocidad, hay que tener muy poco aprecio por la vida humana. Hay que carecer de la más mínima pizca de empatía y no hay que tener corazón.
Ahora el Rafita es el personaje de la semana y cuál estrella mediática, los programas de televisión tirarían confeti si pudieran entrevistarlo.
Ana Rosa les ha dicho a los padres de Sandra Palo, que ella entrevistaría a Rafita, al igual que entrevistaría a un asesino de ETA o entrevistaría a Bin Laden o entrevistaría al diablo, porque ella es periodista.
Yo, en mi rol de audiencia, manifiesto aquí que si Ana Rosa Quintana o cualquier otr@ periodista o presentador/a de cualquier canal entrevista al Rafita con el fin de subir las audiencias, conforme da comienzo la entrevista, apagaré la televisión, porque entre otras cosas, no creo que las respuestas del entrevistado fueran sinceras.
Ana Rosa Quintana es periodista, no psiquiatra. A mi humilde entender, corresponde a los psicólogos y psiquiatras tratar a los asesinos y a los psicópatas.
Y ya solo me queda añadir, que ojalá el Rafita y todos, absolutamente todos los asesinos se reformen y comprendan y se arrepientan del sufrimiento, el dolor y la pérdida que han causado.

lunes, 25 de enero de 2010

LE ESCRIBO A LA LUNA


La luna, bella, distante, embriagadora. No es de extrañar que desde siempre haya provocado fascinación en los hombres. Es protagonista de lindas canciones y de hermosos poemas. No es de extrañar que románticos le confiesen sus pasiones, en busca de respuestas y que soñadores le pidan sus deseos confiando en sus poderes. La luna, siempre serena y paciente en lo alto del firmamente, rodeada por su halo luminoso y sabiéndose observada, adorada y soñada. No es de extrañar que nadie quede indiferente en su presencia, pues al contemplarla, la luna ejerce su hechizo y cautiva con su luminiscencia, que la hace irresistible. En mis noches de insomnio, me acerco a la ventana y mientras bebo mi vaso de agua, ella está ahí, observándome, esperándome. Y yo la miro y la siento. Y cuando está en toda su plenitud, si yo me siento especialmente atrevida, o excepcionalmente perdida, le hago mi consulta y le revelo mi alma. Posteriormente, agacho la cabeza con una sonrisa, deseando que la mágia de la luna, obre en mi favor. De alguna manera estoy conectada a ella. Es dificil de explicar, así como de entender. La luna está ahí. Para mí. Para todos. La luna es romanticismo. La luna es amor. La luna es sueño. La luna es anhelo. La luna es lo que es, ... pero es algo más.


Nota: Queridos bloguer@s, la que escribe estas líneas, no es una lunática, pero a veces tiene sus momentos... :-) :-)

martes, 19 de enero de 2010

EN SEPIA

Desde siempre me ha fascinado el mundo de la cosmética, y soy la clase de mujer que no sale de casa sin su rímel en las pestañas y sus labios pintados. Esos dos toques de color, bastan para dar vida y alegría al rostro y constituyen lo mínimo e imprescindible para tener un aspecto aceptable. Para tener luz. Los fines de semana, me gusta arreglarme más, y es entonces cuando saco toda la artillería y me maquillo "a conciencia", y me arreglo el pelo, y me pruebo varios conjuntos antes de elegir qué ponerme, y así salir de casa con un aspecto del que te dicen ¡Ay, que guapa estás! :-) :-).
Dicho esto, paso a relataros algo que me ocurrió hace poco en una comida familiar.
Estábamos tomándo el café, cuando mi hermana sacó su cámara de fotos nueva, decidida a retratarnos uno por uno. Cuando me llegó el turnó, miré a la cámara y mostré la mejor de mis sonrisas. Acto seguido, me acerqué a comprobar que tal había salido.
Yo: Ah, muy bonita. En sepia.
Mi hna.: No. No está en sepia.
Yo: (vuelvo a mirar la foto) - Sí... sí que está en sepia.
Mi hna.: (se ríe...) - No. Que no está en sepia. Está normal.
Yo: (Miro a mi cónyuge con cara de " pues lo que ella diga...")
Él: (Como si sus palabras expresaran la mayor obviedad del universo) -es que TÚ-ESTÁS-SEPIA
Con perplejidad, bajé la vista hacia mi indumentaria: jersey con chaqueta, ambos de color camel. Mi pelo castaño, mi maquillaje Nude (sí, rostro perfectamente maquillado, pero que parece natural, sin destacar sombras, ni perfiladores ni rayas, ni nada... ), y detrás de mi, la pared de color amarillo pastel... Sí. Yo estaba Sepia.
Ignorando la realidad de mi asepiada imagen, alcé la barbilla y dirigiéndome a sus caras expectantes pregunté: "entonces, ¿de cuántos megapíxeles dices que es la cámara? "

miércoles, 13 de enero de 2010

LOS LADRONES VAN AL METRO

A mi amiga Laura el otro día le robaron la cartera. En el metro. Lo más probable es que el hurto se produjese mientras intentaba acceder al vagón, junto con un montón de gente. Era hora punta, las dos y cuarto del medio día, y cientos de viajeros acababan de salir de trabajar y esperaban ansiosos la llegada del metro que les habría de transportar. Laura llevaba un bolso tipo bandolera, de esos que lucen a la altura de la cadera, y que a la que te das cuenta se han desplazado hacia el trasero, quedando tentadores a la mano del ladrón. Mi amiga me ha contado que cuando intentaba entrar en el vagón, notaba como una mujer la empujaba para que entrara y así poder entrar ella detrás, pero que en el último instante la mujer no entró, y se dirigió corriendo hacia el otro vagón, en el que sí que entró perdiéndose entre la multitud. Cuando Laura se apeó en su parada, notó al palpar su bolso que íba demasiado poco abultado, así que lo abrió y descubrió con estupor que le faltaba la cartera. Nerviosa y angustiada, pensó que quizá se le había caído al subir al tren, por lo que regresó en su búsqueda. Allí no había nada. Tras preguntar al expendedor de billetes si alguien había llevado una cartera extraviada, llamó a su novio para que cancelara las tarjetas bancarias. A los diez minutos su novio la llamó para decirle que se tranquilizara, que las tarjetas ya estaban anuladas y que ... ya habían hecho cargos. Sesenta euros. ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde el robo hasta la anulación de las tarjetas? ¿quince minutos? ¿veinte? ... asombroso e inquietante.
¿Sabéis en que gastaron esos sesenta euros? pues en tarjetas de metro. Sí; se pueden comprar tarjetas de metro o bonos de metro en máquinas expendedoras que aceptan pagos con tarjeta. Así que la persona que le robó a mi amiga ya tiene los billetes para seguir viajando, y seguir robando...
Laura y yo hemos aprendido una cosa de su amarga experiencia, y es que si alguna vez perdemos o nos roban la cartera, en el mismo instante en que nos demos cuenta, a llamar y anular tarjetas, que en estos casos el tiempo es oro, y para un ladrón pagar con tarjetas robadas es más fácil que todo; les cuesta un suspiro.
Y también hemos aprendido que llevando tarjetas, si nos roban la cartera, quizá en un principio sólo nos roban la calderilla que normalmente llevamos, pero en realidad llevamos mucho dinero encima, y si tardamos en anularlas con nuestra la tarjeta y nuestro DNI, con un ligero parecido físico, tienen todas las tiendas a su disposición.
Y por supuesto, nos ha quedado muy muy claro que en el metro hay que tener muchísimo cuidado y hay que estar alerta, que los ladrones andan sueltos...

domingo, 10 de enero de 2010

EL RASTRO DEL HOMBRE

Alejarme de la ciudad, de toda su gente, de los coches, de los edificios, del ruido, de la polución, de este mundo en el que vivo.
Me alejo y me alejo y llego a las montañas. Hace mucho frío. Alguien me dice que estamos a cuatro grados. Me abrocho bien mi anorak y comienzo a caminar. Estoy haciendo una excursión por el monte y me siento realmente bien. El aire frío me acaricia el rostro y la sensación me gusta. El pensamiento fugaz de los beneficios que tiene este aire sobre mi cutis y sobre mi salud, hace que me guste mucho más. Sigo caminando, aplastando a mi paso las hojas secas caídas de los árboles. A mi alrededor, la naturaleza en estado puro. Árboles, montañas, un riachuelo. A lo lejos veo algunos picos nevados y ello me hace sonreir. Saboreo una vez más el aire gélido. Me detengo al sentir el deseo de escuchar lo que me rodea. Oigo el sonido del agua, oigo pájaros y oigo a un perro que ladra, no muy lejos. Continúo mi camino, y nuevamente el crujir de las hojas secas me acompaña. Junto al sendero por el que camino, descansando sobre la hierba, hay una botella de plástico vacía y chafada y varias latas de refresco también chafadas, que ensucian el entorno. El rastro del hombre. Experimento rechazo hacia aquéllos que abandonaron su basura por el camino y recuerdo una frase que dijo alguien y que es una gran verdad: "El hombre es como las cabras, por dónde va, deja su mierda".

martes, 5 de enero de 2010

¡QUE VIENEN LOS REYES!

De las noches de reyes en las que VENÍAN LOS REYES, solo recuerdo la ilusión, la mágia, los sueños y la fantasía. Era un sentimiento único. Y del día siguiente, recuerdo la sorpresa, la alegría, la felicidad más absoluta. El otro día, estaba viendo viejos álbumes de fotos, cuando me ví en un Día de Reyes con unos ocho añitos, y rodeada de juguetes. Estaba en el comedor de casa, con mis hermanas, rodeadas de un montón de juguetes. Yo estaba sentada en el sofá, y tenía en mi regazo una muñeca-busto, a la que maquillaría y peinaría muchísimas veces. También habían Barbies deslumbrantes, (nosotras cada año nos pedíamos una Barbie :-) ) pinturas, el coche de la Barbie, un carrito de bebé, mi hermana tenía un bebé.nenuco en brazos, montones de caramelos y un trozo de carbón dulce para cada una :-) Viendo la foto, sonreí pensando en lo maravilloso de aquéllos años.... Y entonces, las ví... Debajo de la mesita centro, apoyadas en las patas de la susodicha mesita, descansaba una hilera de Barbies desgastadas aunque eso sí, todas bien vestiditas.... y recordé la noche de antes de que se tomara la foto, la noche de reyes, en la que mis hermanas y yo acicalamos a nuestras Barbies para que recibieran a las nuevas con sus mejores galas, y jugamos soñadoras, colocándolas para la gran recepción, anhelando la llegada de los Reyes, y deseando que llegara la hora de irnos a dormir con el pequeño temor de no dormirnos, porque mi madre, como todas las madres, nos decía que ¡¡ no los podíamos ver!! que si estábamos despiertas no nos dejarían nada y que si teníamos que salir al lavabo, saliéramos pero luego corriendo a la cama. :-). Al día siguiente, con todo el revuelo de los juguetes nuevos, nos olvidamos por completo de las viejas Barbies, que se quedaron ahí todo el día esperando, hasta que mi madre nos pidió que las recogiéramos :-) :-)
Los niños. Pienso en ellos y sonrío. Hoy van a vivir su noche más mágica y mañana su día más feliz. Y para los niños, esta es su realidad. Esta noche vienen los Reyes Magos.

sábado, 2 de enero de 2010

EMPEZANDO EL AÑO

Todos los años celebro la Nochevieja en compañía de mis amigos. Nos reunímos en una casa para cenar y tomar las uvas juntos. Siempre nos lo pasamos muy bien. El año pasado, se introdujo la novedad de asistir a la discoteca después de las uvas, y permanecer allí bailando hasta el amanecer. Como yo no soy muy entusiasta de esa marcha, y este año no estábamos muy animados, decidimos huir. Busqué en Internet un hotel bonito, me compré un vestido monísimo para despedir el año, preparé el equipaje y nos alejamos de todo.
Una vez allí, descansamos en la habitación un ratito, antes de engalanarnnos para laNochevieja. Cuando bajamos al Restaurante, nos sentíamos dichosos y estabamos rodeados de gente dichosa. La alegría de la Nochevieja flotaba en el ambiente, y era contagiosa. Disfrutamos de una velada maravillosa y la cena estuvo absolutamente deliciosa. La nota de tensión tuvo lugar durante las doce campanadas, que marcan el paso del año viejo al año nuevo. Nos habían entregado los paquetitos que contenían las uvas, y nos llevaron a la zona del cotillón, para que las tomáramos allí. No hubo cuartos y los altavoces emitieron sin más la primera campanada y yo me metí la primera uva en la boca... ¡¡Puajjjj!! ¡ estaban super rancias!... y encima tenían el trocito diminuto pero molesto de ramita.... segunda campanada, tercera... mi marido que me grita ¡¡están malas!! y las aparta de él ... y yo intentando tragar preocupada de no hacerme daño con el trozo de ramita y sopesando las consecuencias de no comérmelas por aquello que dicen de que da mala suerte si no las comes... uff... ¡¡que estrés!! ....
Finalmente no me las comí. Estaban asquerosas y presentía que peligrosas por culpa de la mini ramita de las narices :-) No obstante, celebre el año nuevo contenta e ilusionada, ¡¡Y con ropa interior roja!!, así que por lo menos podía estar tranquila :-).
Ha sido una Nochevieja especial. Aunque echámos de menos a los amigos, lo pasamos muy bien. Ha sido diferente. Como una aventura.
Ojalá este año sea bueno para todos. Ojalá podamos encontrar la felicidad en las pequeñas cosas de cada día, que están ahí, pero muchas veces no las vemos.
Así empiezo el año, esperanzada, ilusionada, optimista, con ganas y con sueños....