miércoles, 25 de mayo de 2011

FE Y FECUNDACION IN VITRO

Coral abrió su joyero, y cogió su cadena de oro de la que pendía la cruz. La sostuvo en su mano durante unos segundos mirándola con devoción. Luego la volvió a depositar en el joyero. Todavía no podía llevarla colgando de su cuello. No se sentía digna. Distraída, paseó la mano sobre su vientre, y se tumbó en la cama. Necesitaba rezar. Dar las gracias por la oportunidad, y rogar para que todo saliera bien. Dos diminutos cuerpecitos empezaban a crecer en su interior y anhelaba con toda su alma que todo saliera bien. El camino que había recorrido hasta quedarse embarazada no había sido fácil y ella ya no era la misma que era cuando lo empezó a recorrer. Había pasado por distintas fases pero aunque intentó evitarlo, su enfado con el mundo y consigo misma, llegó, y con él, la amargura y la exclusión. Mantenerse apartada del mundo acabó siendo la única manera de alcanzar un poco de paz. Pero pese a su calvario, su fe en Dios siempre fue inquebrantable. No obstante dejó de rezar. El malestar que le provocaba el no poder tener hijos se agravaba intensamente al comprobar con qué facilidad lo lograban las demás, y para ella, era una gran injusticia. Su tristeza, su amargura y las pocas ganas que tenía de vivir le impedían rezar. Aceptaba la voluntad de Dios, sí, pero muy muy a regañadientes. Y por eso no podía dirigirse a Él. Ahora que está embarazada, aunque siente que tiene mucho por lo que ser perdonada, necesita darle las gracias, y rogarle una y otra vez que todo vaya bien y pueda ser mamá. Mamá. La palabra resuena en su cabeza como algo mágico. Así como está, tumbada en la cama, se pregunta cómo la iglesia la puede considerar a ella una pecadora. Ella se ha quedado embarazada mediante una fecundación in vitro, sí, pero no tiene ni la más mínima duda de que si todo va bien, los dos pequeñines que se están formando en su interior son dos regalitos, dos bendiciones, dos hijos de Dios. Puede que la iglesia la señale con el dedo y la acuse de traidora, pero no por eso están en lo cierto. Ella no siente que ha hecho algo malo. Ella siente que lo que tiene se lo ha dado Él. De eso está completamente segura. Y cuando sea mamá tendrá muchas promesas que cumplir. Y seguramente que las cumplirá, toda ella llena de gratitud. Tener hijos no es un derecho, pero cuando una mujer desea ser madre y no puede, está en todo su derecho de hacer todo lo que esté en su mano para lograrlo. Los caminos del señor son inescrutables y pasar por una Reproducción Asistida es una piedra más que Él pone.

viernes, 6 de mayo de 2011

DISGUSTANDO A LA JEFA

Hace ya bastante tiempo, alguien me dijo que un empleado nunca puede ser amigo de un jefe. Se pueden llevar bien y compartir inquietudes e incluso pasar juntos tiempo de ocio, esta relación siempre estará desequilibrada pues el jefe siempre estará por encima del empleado y si en un momento dado surge la discordia, el jefe ocupará su rol en toda su intensidad.

Mi amiga Laura trabaja de dependienta en una pequeña zapatería de barrio. Con su jefa siempre ha mantenido una relación sobria y respetuosa y lo cierto es que prácticamente no se ven las caras pues Laura siempre está sola en la tienda. Laura trabaja de lunes a viernes, cuarenta horas semanales y los sábados por la mañana echa cuatro horitas más, que aunque son voluntarias (por decirlo de alguna manera), son necesarias para que su sueldo sea menos pésimo. Aún echando esas cuatro horas cada sábado, Laura no llega a ser mileurista.

Laura nunca ha estado de baja, ni se ha ausentado de su puesto de trabajo sin justificación previa. Laura es una trabajadora competente, que cumple su horario de trabajo y las funciones propias del mismo y por las que recibe su salario cada mes. No obstante, la jefa de Laura está muy disgustada con ella. No está contenta con su comportamiento de estos últimos días y se lo ha hecho saber. El motivo del disgusto es que debido a que Laura se casa la próxima semana, en un par de ocasiones, le ha pedido poder salir antes de trabajar (concretamente una hora y media un día, y tres cuartos de hora otro día) para poder acudir a las pertinentes pruebas de su vestido de novia. La jefa no entiende por qué ha de salir antes esas horas, ya que al parecer, cuando ella se casó no necesitó ausentarse en ningún momento de su puesto de trabajo. Se supo organizar. Y para colmo de males, el sábado pasado se celebraba la despedida de soltera de Laura, y unos días antes, una de sus mejores amigas se puso en contacto con la mosqueada jefa con el propósito de pedirle permiso para que Laura ese sábado pudiera cerrar la tienda una hora antes. La idea era presentarse todas las amigas por sorpresa en la zapatería y llevarse a la novia a un spa urbano. La jefa accedió a regañadientes con la única condición de que Laura ese mismo día, pusiera un cartel anunciando que el sábado la tienda cerraría sus puertas más pronto. Al comentarle que si la hacían poner el cartel ya no sería una sorpresa, la jefa se reafirmó en sus palabras con un "es mi única condición". Así que Laura puso el cartel nerviosa, sabiendo que iba a recibir una sorpresa por parte de sus amigas, y sabiendo también que el enfado de su jefa iba en aumento. Lógicamente, esa hora no trabajada, no le será pagada.

Cuando me cuentan este tipo de historias, lo que más rabia me da es que los empleados siempre se tienen que morder la lengua

Y mejor no pensar en el disgusto que se llevará la jefa si Laura vuelve embarazada de su luna de miel...¡¡ pobre jefes!!...por no llamarles otra cosa, claro...