lunes, 20 de diciembre de 2010

NAVIDADES, ¡QUÉ REMEDIO!...

Estas Navidades no me siento muy navideña que digamos; más bien todo lo contrario. Desearía que pasaran de largo y yo no me enterara de nada. Pero eso no puede ser. Tengo que estar ahí, con la sonrisa puesta, y celebrando unos días en los que se supone que todos somos felices y reina la armonía y la felicidad. ¡Cómo nos engañan de niños!. Nos hacen vivir una vida entre algodones en la que nada malo nos puede ocurrir. Nos venden un mundo seguro, llenos de chucherías, películas de Disney, amiguitos, juguetes, amor, felicidad. Y no pretendo decir que hay algo malo en ello, todo lo contrario. Es lo que tenemos que hacer. Dar a los niños una infancia feliz, segura y amorosa. Lo malo es que es una mentira. Ni vivimos en un mundo seguro ni reina la armonía y la felicidad.
Ojalá estas Navidades pudiera ser niña otra vez. Ojalá se me permitiera volver a creer en la magia. Me volvería a sentir segura, sin miedo. Estaría deseando la llegada de las comilonas familiares en las que me lo pasaría en grande. Y la ilusión por los Reyes Magos no me borraría la sonrisa de la cara ni por un segundo. Creería únicamente en los finales felices, leería libros de aventuras y de "Los Cinco", reiría, jugaría, soñaría y todo sería real. Sería feliz viviendo. Pero me temo que no se me va a conceder el deseo. Este año tendré que hacer de tripas corazón; disfrazaré mi estado de ánimo y celebraré las fiestas como se supone que las tengo que celebrar. Así es la vida. El otro día me decía una amiga que tampoco está muy navideña, que estaba deseando que llegara la Nochevieja para despedir ya este año horrible y empezar el nuevo a ver si es mejor, y yo sonreí sin alegría, pensando que yo también. Ya en mi casa, pensé en toda la gente se pone triste con la llegada de la Navidad. Tristes por sus circunstancias, sienten la llegada de estas "entrañables fiestas" como una patada a su tristeza, pues en su interior se remueve "todo" y desean escapar pero no es tan sencillo. Aunque no quieran, tienen que estar. Sobrevivir.
En fin, que espero que no os sintáis como yo, pero si alguien no está muy navideño, solo decirle aquello de "que la fuerza te acompañe", y al que esté super feliz pues decirle que siento haber escrito un post depre pero necesitaba desahogarme un poco...
Y como estoy sentimentaloide, quiero daros las gracias por haberme acompañado durante todo este año, que no sabéis cuántas veces me habéis ayudado simplemente estando ahí y permitiéndome estar y formar parte de esto. Gracias a tod@s y os deseo de corazón FELIZ NAVIDAD.

martes, 14 de diciembre de 2010

DESVELADA

Anoche me desvelé sin motivo aparente. Me metí en la cama sobre las once y estuve leyendo algo más de una hora, hasta que decidí apagar la lamparita para conciliar el sueño. Inmersa en la oscuridad, con los ojos cerrados y la mente sin pensar, fue pasando el tiempo y yo no me dormía. Probé a cambiar varias veces de postura, y nada. Seguía sin dormirme. Repasé mentalmente los alimentos ingeridos a lo largo de la tarde y noche, para llegar a la conclusión de que nada debería impedir que yo me durmiera. Pero ahí estaba, con un súbito nerviosismo que empezaba a crecer al compás del avance del minutero del reloj. Y como ni me dormía, ni experimentaba la sensación de ir a hacerlo, decidí prepararme una infusión relajante con la esperanza de que hiciera su efecto y dejara de estar despierta. Así que a las dos y media de la mañana, estaba en la cocina, esperando a que la infusión se enfriara para poder bebérmela sin quemarme. Mientras tanto, me acerqué un momento a la ventana y observé que todas las luces de la finca de enfrente estaban ya apagadas. Bueno, para ser exacta, todas menos una. Hasta los Papás Noeles que por estas fechas cuelgan de algunas ventanas con sus lucecitas de colores estaban apagados. Apática pensé "mira, si los apagan por las noches... :-)" Total, que me tomé la infusión y volví a la cama. Leí un ratito para acelerar el adormilamiento, y al poco, ya más tranquila apagué la luz. La última vez que miré el reloj antes de dormirme, eran las tres de la madrugada.
Esta mañana, mi móvil me ha despertado como cada día, a las siete y cuarto. Lo he apagado de un manotazo, y cuando he ido a encenderlo, para mi sorpresa, ya estaba encendido. Anoche olvidé apagarlo. Instantáneamente he pensado "por eso no me podía dormir. Las radiaciones electromagnéticas que emite el móvil han interferido en mi descanso, provocándome nerviosismo, insomnio o lo que sea." Muy pocas veces olvido apagar el teléfono móvil, y todas las noches lo pongo en la mesita de noche ya que lo uso de despertador pero en las raras ocasiones en las que se me olvida apagarlo, cuando por la mañana me doy cuenta de ello al ir a encenderlo, le achaco la culpa de haber sido la causa de que la noche anterior me haya desvelado. Puede que esté equivocada, pero no ha ocurrido ni una vez ni dos, sino que han sido más; creo que cada vez que se me ha olvidado apagarlo, que pueden ser un par de veces cada año, y no creo que sea una casualidad. Algo emite el móvil que perturba la conciliación del sueño. Para concluir, añado que la próxima vez que sufra de insomnio, cuando busque la posible causa del mismo, espero acordarme de comprobar el estado del móvil, que las radiaciones esas seguro que tienen algo que ver.

¿Vosotr@s qué creéis? : ¿estoy en lo cierto o desvarío por haber dormido poco?

sábado, 4 de diciembre de 2010

ESTADO DE ALARMA

Hoy he desayunado escuchando en las noticias, cómo miles de personas sufrían en los aeropuertos las consecuencias de la huelga masiva de los controladores aéreos. Sorprenderme no me ha sorprendido en absoluto, la verdad, ya que el hecho de que los controladores aéreos en España hagan huelga causando el caos en los aeropuertos y privando a los ciudadanos de coger esos aviones que los han de transportar a su destino de vacaciones, o a dónde los esperan sus familiares, ó a dónde tienen asuntos muy urgente que atender, es algo que suele ocurrir todos los años y en fechas señaladas cómo este puente, el más largo del año. Aún acostumbrada a estas noticias relacionadas con huelgas y aeropuertos, conforme informaban de los infortunios causados a centenares de miles de personas por unos cuántos que prentenden mantener unos privilegios escandalosos, yo, me íba indignando solidarizándome con toda esa gente a la que habían roto sus sueños. Sólo de pensar en esos pobres mileuristas que seguro que han estado mucho tiempo ahorrando para poder escaparse estos cinco días a algún destino soñado, y que por el egoísmo de unos señores, sabedores de que nadie les puede sustituir en sus funciones, se han visto robados, pisoteados, ninguneados y qué se yo, siento rabia porque el mundo funcione así. Por no hablar de la gente cuyos motivos de volar iban más allá de unas vacaciones, si no que visitaban a familiares a los que no veían en años, o que estaban enfermos, o que se casaban o muchos motivos más. Me parece injusto que un colectivo de trabajadores que al parecer son los profesionales mejor pagados y ganan más de dos cientos mil euros anuales se comporte como se ha comportado. Y eso sin caer en la tentación de comparar su nivel de vida con el de millones de personas mileuristas y sin tener en cuenta a esos cuatro millones de parados. Por eso cuando unas horas más tarde se anunciaba que el Gobierno ha declarado el estado de alarma y que ello significaba que se obliga a los controladores a ocupar su puesto de trabajo, yo me he alegrado. Y mucho. Y me parece vergonzoso que con la que estaba cayendo, permanecieran tranquilamente en sus casas, impasibles. Tercos en su ambición y libres de humanidad. No dudo de que habrán estudiado mucho para llegar dónde están y bla, bla, bla, pero no. No está bien. Su actitud es egoísta, endiosada e inaceptable. Así que venga, a mover vuestros miserables culos y a dejar de fastidiar al personal, que no hay derecho...