lunes, 24 de mayo de 2010

HECTOR

Hector se levanta todos los días a las seis de la mañana. Desayuna rápidamente su café sólo bien cargado, y sale rumbo a su empresa. Está contento porque su negocio va bien y ayer consiguió cerrar un suculento trato con un importante cliente. Cuando llega a su empresa, situada en un polígono industrial, hay pocos coches en los alrededores. Él siempre es de los primeros en llegar. Eso le enorgullece. Se siente triunfador. Es un triunfador. Tranquilamente aparca junto a la entrada, su Mercedes reluciente, y dirige los pasos a su negocio. Ya en su despacho, se dispone a repasar los inventarios que mandó imprimir el día anterior a última hora a Lucinda antes de marcharse. Lucinda. El simple hecho de pensar en ella le agría el ánimo, así que la aparta bruscamente de su pensamiento, y se centra en los inventarios. Al cabo de un buen rato abstraído en los números y nombres que figuran en los listados, escucha el ruido que hace la puerta de fuera al abrirse y él, automáticamente consulta la hora en su reloj de muñeca. Ocho en punto. Suspira resignado. No sabe como hacer entender a sus empleados que a las ocho hay que estar ya ocupando el puesto de trabajo y no llegando al lugar de trabajo, pero como ya ha asumido, sus empleados con una panda de inútiles que necesitan que esté él detrás, como si fueran críos... En fin, se recuerda a sí mismo que hoy está contento y sigue con lo suyo. Lucinda como cada día, golpea dos toquecitos en la puerta de su despacho antes de abrirla para darle los "buenos días". Él, ignorando la irritación que ella le inspira, le responde enérgico, y le pide que le redacte una carta dirigida al director del Banco para solicitar reunirse con él. A los pocos minutos, Lucinda le presenta la carta y cuando el la lee, el error que ella ha cometido le exaspera sobremanera y ya nada puede evitar el estallido de su ira en forma de aullido exclamando: "Esto es impresentableeee... ¡¡Lucindaaaaa!! ven aquííí". Una asustada Lucinda se presenta ante él, y el miedo que él percibe, le irrita más todavía y le chilla con rabia "Repítela. Sobra una "S" en "estimado Sr.nuestros"" Le entrega el folio, y justo antes de que ella abandone el despacho, resopla un intencionado "que barbaridad". Está harto de esa estúpida. No la soporta. El quiere gente enérgica, con ganas de trabajar, sin miedo. No esa enclenque, que cuando le llama la atención por algo, parece que vaya a romper a llorar. Coño. Y luego está su vocecita de estúpida. Dioss... no la aguanta máaass. Enfadado, sale del despacho para ir al almacén a ver como van los muchachos, cuando suena el teléfono, así que se detiene para saber quién es, y la voz débil de Lucinda le supera, así que cuando ella termina de atender la llamada, el exclama: "¡Con más energía, coño!. Que esto no es una casa de lamentaciones.". Lucinda asiente en silencio y el teléfono vuelve a sonar. Lucinda levanta el auricular, y anuncia a su interlocutor en voz bien alta, firme y alegre " ......... buenos días ". Satisfecho, Hector sale al almacén y lo primero que ve es al tontorrón de Carlos dirigirse al cuarto de baño. Hector se pregunta con frustración cómo una persona puede mear tanto...

13 comentarios:

X dijo...

¿Morirá Héctor de un ataque al corazón? No, no caerá esa breva. :-(

Ay, putos tiburones...

Sandra dijo...

Que tío mas gilipollas no?, nadie le ha dicho que para que un negocio funciones es parte importantísima que los empleados estén a gusto?. Lo que no acabo de entender es porque no despide a la pobre Lucinda, pobre chica tiene que ser un trauma ir a trabajar todos los días con semejante anormal.

Besos.

YOLI dijo...

Joder, todo un gustazo trabajar en esa empresa. Ya mismo me estoy pidiendo una excedencia y echando mi curriculum en esa empresa.

Por lo que más quieras, dime que es pura ficción y que no tiene nada que ver con tu vida

Anónimo dijo...

Jo..hablas de mi ex jefe???

Claire dijo...

El relato no tiene nada que ver con mi vida pero no es ficción que en realidad este tío existe y ese ratito laboral que he contado, ocurrió tal cual. Y así ocurría día tras día...
Hay gente capaz de acumular mucha mala leche.
Ante jefes así, en mi opinión lo mejor: dimisión. No hay que aguantar eso.

Besos.

kpa dijo...

no me hace falta preguntarte si es ficcion ... porque hector hay muchos por ahi, jodiendo al personal.. creyendo que los demas estamos porque tiene que haber de todo... estos hector se creen el centro del poder, .. en fin si yo te contara... este tema me lo se de carrerilla .. podia hacer un master de jefes indeseables...
besos...

Yandros dijo...

Pues yo no aguanto a Lucinda
Jaaaaaaajajajajaj

Uma dijo...

Que realidad mas real!! quien no conozca a un hector que levante la mano!!
Myy bien escrito!
besos

Esteban dijo...

Un incompetente se rodea de gente incompetente.

Atlántida dijo...

Ay, no sé que pensar, desde luego que tener una vocecita que exaspera y poner una s de más no es motivo suficiente para ponerse de esa manera, me da a mí, que a lo mejor Héctor no quiere reconocer que le gusta Lucinda.

LA VANE dijo...

El tal Hector es un gilipollas prepotente que necesita que alguien le de dos tortas. ¿Como puede uno tenerselo tan creido porque le hayan ido un poco bien las cosas? Ya dice el refran: "No pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió".

Anónimo dijo...

Que tipo tan déspota, no me gustaría estar en la piel de la pobre Lucinda ...

Besos !

LA VANE dijo...

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