martes, 26 de octubre de 2010

EL QUEJICOSO Y SU PRÓJIMO


Si te cortan un dedo de la mano, no te lamentes en exceso ante aquel a quién han amputado las dos manos porque no es la persona adecuada. Probablemente esté más jodido que tú.

Hay personas que han hecho de la queja, la característica más potencial de su personalidad. Son personas quejicosas. Se quejan por todo. Rodeados por su aura hipocondríaca van lamentándose por la vida a todo aquél que se detenga a escucharles. Y casi siempre se quejan por vicio. Sus vidas son normales y corrientes, y no les ha ocurrido nada malo por lo que tengan que andar siempre con ese aparente desamparo y desasosiego pintado en el rostro. Pero aún así se quejan. Se quejan del trabajo. De la familia. De los amigos. De que no tienen tiempo de nada. De que están aburridos. De su pasado. De que se asfixian en el presente. De lo que puede ocurrir. De la vida. Y se quejan tanto y tan a gusto, que muchas veces se quejan a quien no deben. Porque las personas quejicosas tienen una facilidad extraordinaria para ningunear los problemas de los demás. Es innato en ellos el minimizar el sufrimiento ajeno, aunque la causa del mismo supere con creces a las suyas, y quejarse por nimiedades, sin miramiento ninguno a quién lo está pasando mal.
El quejicoso, que se ahoga en un vaso de agua, es capaz de decir a su prójimo que el mundo no se acaba porque se pierda en el medio del mar. El quejicoso con su prójimo es asombrosamente optimista y le dice que tiene que levantar cabeza, que la vida sigue, y que todo pasa. Y el prójimo, que siempre ha estado ahí, al lado del quejicoso cada vez que éste quería morir, cada vez que tocaba fondo, cada vez que las palabras sobraban y sólo necesitaba su compañía, le escucha ahora quitar hierro a sus problemas y seguir como si nada le pasara, quejándose de su vida sin tener en cuenta que no es el momento. Y su prójimo, no puede evitar pensar en lo que habría ocurrido de haber sido al revés. El prójimo piensa que él no ningunearía los problemas del quejicoso. Al contrario, escucharía en silencio sus lamentaciones y le acompañaría en el sentimiento. Pero no ha sido al revés, y el prójimo ahora sufre, pero el quejicoso parece que no puede entenderle. El quejicoso no tiene empatía, pero sí mucho por lo que quejarse. El quejicoso nunca estará agradecido por las cosas buenas que la vida le ha dado. Nunca se sentirá afortunado, porque cualquier pequeñez que altere su entorno, le abruma y le ciega. Su prójimo no le guarda rencor por no estar a la altura de las circunstancias y no saber ofrecerle su hombro para llorar, porque sabe que el quejicoso no es malo. Es su naturaleza.

8 comentarios:

Uma dijo...

pues piensa que el quejicoso es un pobrecito que no se da cuenta de lo bueno, y por lo que yo se del projimo sabrá levantarse solo, aunque le duela que no le tiendan la mano que el tendió en otras ocasiones y además se alegrará de ver amanecer un dia mas, aunque sea en medio del mar...
Son distintas filosofias...pero sin duda, la mejor es la del projimo...
besos

Jo Grass dijo...

Qué pena me dan estos quejicosos porque ni viven ni dejan vivir; se pierden muchas cosas y hacen de la convivencia algo tedioso y aburrido. Lástima!

YOLI dijo...

Uy, esto me recuerda a una amiga. No recuerdo yo habertela presentado, pero parece como si la conocieras ;P

Anónimo dijo...

Que triste la vida del quejicoso, con tanta queja se pierde tantas cosas ...

Besos !

Sandra dijo...

A mi es que me ponen muy nerviosa estas personas que se pasan la vida quejandose por todo. Realmente pienso que cuanto tengan verdaderos motivos para lamentarse, no lo superaran!!.

Con lo fácil que es ver las cosas de manera positiva, se ve todo mejor, con mas alegria.

Pero bueno, supongo que tampoco podrán evitarlo no?.

besitos.

Juan Rodríguez Millán dijo...

No sé si tendrá base científica, pero se aplica a la perfección, seguro, para cada quejicoso que podamos conocer. Desde luego para los míos me pasa, gente que exige siempre que les escuches sus problemas y que no se para a pensar que tú también los puedes tener y de mayor trascendencia que los suyos. A mí esa gente me da pena, porque, como dice Jo, se pierden muchas cosas y la vida las pasa por encima.

Mamalis dijo...

Yo en lugar de llamarlos quejicosos los llamo lamentos. Muy buen post, me ha gustado mucho!

Atlántida dijo...

Y hay tantos... más que quejicosos son victimistas, que creen que ellos están mal y el mundo está mal, pero que cuando remontan se olvidan de quien les ayudó. Pero como dices, sólo queda perdonarlos porqué son así y no los puedes cambiar y en el fondo son buenos.