martes, 15 de junio de 2010

CONTEMPLANDO

Leía el otro día en un libro de Autoayuda, que uno de los pasos ha dar para alcanzar la felicidad, es adquirir la capacidad de saber apreciar la belleza que la naturaleza nos ofrece. No hace falta irse muy lejos; lo cierto es que las maravillas de la naturaleza siempre están presentes, solo tenemos que saber mirar. Esta mañana me he asomado a mi ventana, y observando bajo una nueva luz, el parque que está debajo de mi casa desde antes de que yo llegara, hoy he descubierto todo su esplendor. ¿Cómo no he podido darme cuenta antes de los frondosos árboles que extienden sus ramas repletas de multitud de hojas verdes ?. He agudizado mi mirada, y he sentido la vida que irradia de esas hojas, de ese color verde intenso. Naturaleza pura. Como me sentía a gusto, y corría una agradable y fresca brisa, me he quedado un ratito apoyada en el alféizar de mi ventana para saborear todo lo que me rodeaba. Un sonido muy agradable ha ido llegando a mis oídos: el alegre cantar de los pajaritos que habitan en los árboles. Deben de haber muchos. Me ha resultado muy relajante. Conforme me he ido acostumbro al dulce cantar he ido distinguiendo más sonidos que antes no oía, sonidos que no proceden de la naturaleza en sí, pero que si proceden de la vida, del día a día: el ruido de un avión que ha surcado el trozo de cielo de mi campo visual, el golpe producido por la puerta de un coche al ser cerrada con decisión, el tintineo de las llaves de un anciano que se disponía a abrir la puerta de un patio de la finca de enfrente acompañado por su nieto, el rumor de las voces de un grupo de jóvenes que se hallaban sentados en un banco del parque, los ladridos de un perro, las campanadas de la iglesia, que daban las nueve, el llanto de un niño, el ruido de un camión que circulaba por la calle... sonidos de vida. Me he concentrado en el cantar de los pajaritos, en la belleza de los árboles y en la agradable sensación que me provocaba la brisa matutina, y me he dado cuenta de que soy capaz de apreciar lo que nos da la naturaleza, y también de los pequeños placeres que nos da el día a día. Puedo avanzar hacia la felicidad. Pienso en aquéllos que no son capaces de ver y apreciar más allá de sus asuntos, y creo que se están perdiendo mucho.

7 comentarios:

Atlántida dijo...

Pues sí, la gente que no es capaz de mirar a su alrededor se pierde mucho. Disfruta de la naturaleza, dicen que eso siempre nos llena de energía.

Jo Grass dijo...

Hay muchos que miran a su alrededor y no ven nada. Otros perciben el sonido pero no escuchan otro tanto. ¡Qué maravilla enterarse de lo que uno tiene a su alrededor y le hace la vida más alegre y placentera, como esos pequeños momentos como el que describes al observar por tu ventana.
Besitos

Anónimo dijo...

Que bonito Claire ! lo importante es que te has dado cuenta y has disfrutado de ello, si es que a veces no hace falta irte hasta la otra punta del mundo jejeje ...

Por cierto, he emepezado un libro cuya protagonista se llama Claire, no puedo evitar acordarme de ti.

Besos !

Marisela. dijo...

A mi eso de darme cuenta de las pequeñas cosas se me da muy biem, la verdad! siempre las tnego muy en cuenta, me fijo en detalles que pueden ser diminutos, pero si no estuvieran ahí, lo que observo estaría incompleto! :)

X dijo...

Es como el principio de Mi vida sin mí (si no la has visto, hazlo), hay personas incapaces de simplemente eso, contemplar la luna, un atardecer, el mar... y sinceramente creo que no podría estar con alguien así. :-)

Anónimo dijo...

Yo sé que todas esas cosas son bellas...pero es que las he tenido siempre ahí...ya no las aprecio demasiado. Nací y viví en la montaña, viendo bonitos atardeceres y preciosas noches con estrellas. Ahora sólo lo hago en ocasiones especiales...

Uma dijo...

Me encanta lo que escribes y como lo escribes...para todo no es tanto lo que se tiene sino pararse a apreciarlo...darse uno cuenta de que lo tiene!
besos